viernes, 12 de noviembre de 2021

DE VICENTE ESCUDERO, KANDINSKY Y BERRUGUETE

 


En 1995 Belén González realizó una de sus obras más logradas, el monumento al bailarín Vicente Escudero que se ubica en uno de los paseos laterales del Campo Grande de Valladolid, enfrente de la Acera de Recoletos. Posiblemente muchos jóvenes no tengan conciencia de la importancia que tuvo el bailarín y coreógrafo Vicente Escudero (Valladolid, 1888 – Barcelona, 1980) en la evolución e internacionalización del baile flamenco en la década de los años veinte del siglo pasado; pues no les vendría mal solucionar esa carencia…

Seguramente, valoren más el baile. Quizá no sean conscientes de que la danza, en todas sus variaciones ha estado muy vinculada a las artes plásticas (no deja de conformar formas en movimiento generalmente al ritmo de la música) especialmente en nuestra época cuyo lenguaje artístico valora la transitoriedad por encima de la permanencia. El decenio que luego hemos denominado del Art Decó fue especialmente interesante al respecto; su nombre comenzó a usarse a partir de los años 60 empleando abreviadamente el nombre de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París en 1925. Precisamente ese año, 1925, fue el del éxito más clamoroso de Vicente Escudero (amigo de los cubistas Metzinger, Leger y Gris y luego de los surrealista Breton, Aragon, Éluard, Buñuel, Man Ray y Miró) en la capital francesa antes de marcharse a América en los años treinta.

En esos mismos años, concretamente en 1926-27, Vasily Kandinsky, aceptable músico también, esquematizó los movimientos de danza de Gret Palucca en el que son reconocibles algunos esquemas que luego incorporaría a sus pinturas. Un ejemplar se ha podido ver en la exposición "Los locos años veinte" en el Guggenheim de Bilbao que está reseñada en entradas anteriores (http://artactual.blogspot.com/2021/07/los-locos-y-no-tan-felices-anos-20.html).

Un cuarto de siglo después, el Dr. Luis de Castro intentando encontrar una explicación a las posturas corporales, evidentemente antinaturales y exageradas como propias de buen manierista que era, en las obras (especialmente en el retablo de San Benito) de Alonso Berruguete estableció una relación entre esa gestualidad y los diversos pasos del baile flamenco contando para ello con la colaboración de Vicente Escudero quien determinó cuáles eran esos pasos. El resultado fue una joya bibliográfica titulada El enigma de Berruguete. La danza y la Escultura, publicada por el Ateneo de Valladolid en 1953.

Aunque la teoría del Dr. Castro no me parece especialmente sólida, unas y otras experiencias no dejan de tener puntos en contacto. Al final, todas las cosas mantienen entre si una relación más próxima o más lejana. O por lo menos así me lo parece.

Bueno, pues todas estas cosas pensaba yo una mañana soleada de noviembre mientras entretenía mi tiempo paseando por Valladolid …


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