En 1995 Belén González realizó una
de sus obras más logradas, el monumento al bailarín Vicente Escudero que se ubica en uno de los paseos laterales del
Campo Grande de Valladolid, enfrente de la Acera de Recoletos. Posiblemente
muchos jóvenes no tengan conciencia de la importancia que tuvo el bailarín y
coreógrafo Vicente Escudero (Valladolid, 1888 – Barcelona, 1980) en la
evolución e internacionalización del baile flamenco en la década de los años
veinte del siglo pasado; pues no les vendría mal solucionar esa carencia…
Seguramente, valoren más el
baile. Quizá no sean conscientes de que la danza, en todas sus variaciones ha
estado muy vinculada a las artes plásticas (no deja de conformar formas en
movimiento generalmente al ritmo de la música) especialmente en nuestra época cuyo
lenguaje artístico valora la transitoriedad por encima de la permanencia. El
decenio que luego hemos denominado del Art Decó fue especialmente interesante
al respecto; su nombre comenzó a usarse a partir de los años 60 empleando
abreviadamente el nombre de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de
París en 1925. Precisamente ese año, 1925, fue el del éxito más clamoroso de
Vicente Escudero (amigo de los cubistas Metzinger, Leger y Gris y luego de los
surrealista Breton, Aragon, Éluard, Buñuel, Man Ray y Miró) en la capital
francesa antes de marcharse a América en los años treinta.
En esos mismos años,
concretamente en 1926-27, Vasily Kandinsky, aceptable músico también,
esquematizó los movimientos de danza de Gret Palucca en el que son reconocibles
algunos esquemas que luego incorporaría a sus pinturas. Un ejemplar se ha podido
ver en la exposición "Los locos años veinte" en el Guggenheim de Bilbao que está
reseñada en entradas anteriores (http://artactual.blogspot.com/2021/07/los-locos-y-no-tan-felices-anos-20.html).
Un cuarto de siglo después, el
Dr. Luis de Castro intentando encontrar una explicación a las posturas
corporales, evidentemente antinaturales y exageradas como propias de buen manierista
que era, en las obras (especialmente en el retablo de San Benito) de Alonso
Berruguete estableció una relación entre esa gestualidad y los diversos pasos
del baile flamenco contando para ello con la colaboración de Vicente Escudero
quien determinó cuáles eran esos pasos. El resultado fue una joya bibliográfica
titulada El enigma de Berruguete. La
danza y la Escultura, publicada por el Ateneo de Valladolid en 1953.
Aunque la teoría del
Dr. Castro no me parece especialmente sólida, unas y otras experiencias no dejan de tener puntos en
contacto. Al final, todas las cosas mantienen entre
si una relación más próxima o más lejana. O por lo menos así me lo parece.
Bueno, pues todas estas cosas
pensaba yo una mañana soleada de noviembre mientras entretenía mi tiempo
paseando por Valladolid …
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